Su interpretación de una enloquecida aristócrata en ‘Fin de fiesta’, la ópera prima de Elena Manrique, es uno de esos milagros que el cine nos concede en contadas ocasiones.
“He disfrutado como nunca en mi vida con el personaje de Carmina Díaz de Rivera, que ve la vida como si fuera un reportaje del ¡Hola! Ella es la protagonista, mientras que el resto de la gente está al servicio de sus caprichos”, cuenta Sonia Barba. Esta artista nació en Palencia en 1974, aunque lleva ya casi dos décadas en Barcelona.
Habla de su papel en el largometraje Fin de fiesta, por el que levantó el galardón a la mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Almería. Antes de este aldabonazo intervino en películas como Mundo fantástico (Max Lemcke) y La amiga de mi amiga (Zaida Carmona). Pero, sobre todo, ha brillado como actriz y performer en espectáculos alternativos como Balada de la dependencia sexual y en el circo interdisciplinar Prostíbulo poético, dirigido por ella misma.
“En Prostíbulo poético intento traspasar las fronteras entre la poesía, el teatro y el cabaré para que los performers y el público nos dejemos llevar hacia un punto de total libertad creativa y de conexión con los pensamientos íntimos de cada uno”, señala Barba, quien encarna a Madame Taxi en un espectáculo underground creado a semejanza del neoyorquino The Poetry Brothel. Con él ha salido de Barcelona y ha cautivado en Madrid o Valencia.
Desde la infancia le interesó más la actuación que las clases de bailes regionales que le sugería su madre. A lo largo de su andadura formativa ha recibido enseñanzas de Blanca Portillo, Andrés Lima y Eusebio Calonge, pero además ha cursado el máster de Artes Visuales y Nuevas Dramaturgias en la Escola Massana de Barcelona.
“Siempre me mueve la pasión de estar en contacto con todo lo que signifique realizarme como artista, desde tocar la batería en el grupo Los Llamados Perdidos a dirigir, producir y representar piezas escénicas como Bingo (2012), Mater (2015)o Hipercandy (2015)”, explica la actriz, cuyo currículum incluye también los montajes de Alberto Velasco Dance to death (2016) y el citado Balada de la dependencia sexual (2018).
Oportunidad aprovechada
“Mi Carmina Díaz de Rivera pronuncia en Fin de fiesta las mayores tonterías acerca de la inmigración, el racismo y los privilegios de clase sin alterarse. El reto era que pareciera simpática a ojos del espectador, y ese ha sido el grandísimo mérito de la labor de Sonia”, afirma la cineasta Elena Manrique, que dirigió a esta actriz palentina en el mediometraje experimental Cinema verité, verité (2013). En él intervenían, entre otras, Ruth Díaz y Chus Gutiérrez. “En aquella historia loquísima yo daba vida a una chica convencida de ser un objeto sexual. Y es que todo el mundo creía que era… ¡Ornella Muti!”, comenta entre grandes risas Barba.
Después de haber trabajado en cortos como Running Lorena y Sabias disquisiciones de un suicida incidental (ambos firmados por José Talavera), Cuando el infierno se congela (Alfonso Díaz) y Dejar que muera (Jordi Manchado), ahora no dejará pasar esta oportunidad que le ha brindado Fin de fiesta. “Estoy muy agradecida a Elena por ofrecerme este papel tan glorioso para el que, de alguna manera, me he preparado durante toda mi vida profesional”.
No se olvida de reconocer “lo mucho que he aprendido al lado de las otras dos protagonistas de la película”. Beatriz Arjona (mejor actriz en los premios Carmen de la Academia de Cine de Andalucía) interpreta a la asistenta de la aristócrata. Por su parte, Edith Martínez-Val pone cara a la inmigrante africana que se oculta en la lujosa propiedad.
Sonia Barba debería haber estado nominada a la mejor actriz revelación en los Goya porque deslumbra con su sofisticada y bochornosa Carmina, que deja una profunda huella de personaje muy bien escrito y encarnado. No dudamos de que esta artista pronto recibirá otras grandes oportunidades. Y también Elena Manrique debería figurar entre los aspirantes al Goya de dirección novel.
ALBERTO ÚBEDA-PORTUGUÉS
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