La casa de Bernarda Alba arranca con una muerte y termina con otra. La muerte del padre abre el reinado despótico de Bernarda, que produce al final la muerte de su hija más joven, símbolo de vida, libertad y sexualidad. Bernarda es la encarnación de un sistema de normas sociales. Es su brazo ejecutor y también su víctima. La humanidad de Bernarda está en el deber cumplido de proteger a sus hijas de la ruina que pueden producir los impulsos sexuales en el contexto social que habitan. El miedo a caer en el ostracismo la lleva a aplicar de manera paranoide las mismas restricciones que cayeron sobre ella desde su infancia. Bernarda también fue una Adela. Es una Adela muerta en vida. Es una mujer con una herida tan grande que sólo ha podido encontrar la salvación tomando el relevo de sus agresores. Bernarda y su casa son la metáfora de una sociedad aterrorizada.
La casa de Bernarda Alba podría contarse desde la postura de Bernarda como la historia de una mujer que quería lo mejor para sus hijas. Una madre pragmática, realista, que conocía el mundo en el que vivía y que no dudó en usar toda su energía para frenar los impulsos anárquicos del instinto sexual. Una mujer consciente de la dureza de las normas sociales y del juicio dogmático de sus vecinos.
Desde la postura de Adela, La casa de Bernarda Alba podría contarse como una pesadilla en la que una madre paranoide, deshumanizada, y sin empatía encierra a sus hijas para guardar un luto absurdo de ocho años que puede acabar con la vida de todas. Suele ser frecuente escuchar que todo el mundo está con la postura de Adela pero, ¿cómo puede ser, si la violencia machista que sufren las mujeres en la casa de Bernarda es igual a la violencia machista que sufren las mujeres hoy, en nuestra realidad? ¿Hasta qué punto no vivimos todas en una casa en la que hay más Bernardas y Bernardos de los que pensamos?
Alfredo Sanzol
Autor y director de teatro, licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra y en Dirección de Escena por la RESAD, su obra se caracteriza por el uso del sentido del humor, la búsqueda de un estilo formal propio con el que plantear los problemas de su biografía personal y social y el compromiso con la investigación de nuevas estructuras dramáticas. Con un conocimiento profundo del oficio teatral, a lo largo de su carrera ha alternado la dirección de sus propios textos con la adaptación de obras de repertorio.
La dirección del Centro Dramático Nacional, a partir de enero de 2020, inicia una nueva fase en una trayectoria, que comenzó hace más de veinte años con Como los griegos (1999), de Steven Berkoff. Gran número de sus trabajos se han estrenado en centros de producción del INAEM como el Centro Dramático Nacional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico, o el Teatro de la Zarzuela. Entre sus puestas en escena destacan aquellas de las que es autor y director, como Risas y Destrucción (2007), Sí, pero no lo soy (2008), Delicadas (2010) Días estupendos (2010), En la luna (2011), Aventura! (2012), La calma mágica (2014), La valentía (2018); y otros títulos que ha adaptado y dirigido: La cabeza del Bautista (2009), Esperando a Godot (2013), Luces de bohemia (2018), La dama boba (2017) o El barberillo de Lavapiés (2019).
Como director del Centro Dramático Nacional ha estrenado Macbeth (2020) y El bar que se tragó a todos los españoles (2021) y El Golem (2022).
Sanzol ganó en 2016 el Premio Nacional de Literatura Dramática por su obra La respiración y el XII Premio Valle-Inclán de Teatro en 2017 por La ternura. Ha sido distinguido con el Premio de Teatro de la Comunidad de Madrid y el Homenaje del Gobierno de Navarra por su carrera profesional, habiendo conseguido además ocho Premios Max de las Artes Escénicas: cinco como Mejor autor y tres como Mejor espectáculo.
EQUIPO
Texto
Federico García Lorca
Reparto
Ester Bellver (María Josefa), Eva Carrera (Amelia), Ana Cerdeiriña(Mujer 2), Ane Gabarain (La Poncia), Claudia Galán (Adela), Belén Landaluce (Magdalena), Patricia López Arnaiz (Angustias), Chupi Llorente (Mujer 1), Lola Manzano(Mujer 3), Inma Nieto (Criada), Celia Parrilla (Mujer 4), Sara Robisco(Martirio), Isabel Rodes(Prudencia/Mendiga), Ana Wagener(Bernarda) y Paula Womez(Muchacha)
Voces actores
Elías González, Javier Lago, Jaime López, Daniel Llull, Carlos Serrano y Jaime Soler
Música
Fernando Velázquez
Sonido
Sandra Vicente y Pilar Calvo
Caracterización
Chema Noci
Ayudantes de dirección
Beatriz Jaén y Laura Ortega
Ayudante de escenografía
Cristina Hermida
Ayudante de iluminación
Eduardo Berja
Ayudante de vestuario
Sandra Espinosa
Ayudante de movimiento
José Luis Sendarrubias
Realización de escenografía
Espacio Odeón, Gerriets, VNG led y Moquetas Roldán Telón de encaje: Sfumato
Fotografía y tráiler
Bárbara Sánchez Palomero
Diseño de cartel
Equipo SOPA
Producción
Centro Dramático Nacional